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LA SALUD ES SIEMPRE COMPARTIDA

LA SALUD ES SIEMPRE COMPARTIDA

Dia Mundial de la Salud Mental

Lina Salord Ripoll

Presidenta de AFASME

Nadie te preparó para convivir con el trastorno de salud mental y tampoco estábamos preparadas las personas que compartíamos tu espacio familiar o social. Pero apareció, y el desconocimiento de lo que significaba hacerle un lugar en nuestras vidas, nos dificultó, y mucho, la aceptación.

Tu vida, tus ilusiones, tus esperanzas de futuro se disolvieron día a día; también las de las personas que te queremos. Se inició un proceso de visitas a especialistas, de medicamentos que no te iban bien, de cambios de medicamentos, de efectos de retirada de los medicamentos que eran sustituidos por otros, de emociones vividas con mucha intensidad (especialmente la tristeza y la rabia), de los silencios de muchas personas que, hasta aquel momento, te acompañaban.

Aparece el cansancio emocional, sentir que no podrás convivir durante mucho más tiempo con la enfermedad, con la soledad, con el miedo, con las palabras equivocadas de las personas que, con más o menos voluntad por ayudar, te dicen que tienes que cambiar los sentimientos negativos por otros más positivos, que no haces bastante, que no te esfuerzas, que, si tú quieres, puedes... El cansancio de los que acompañamos, la desesperanza, la soledad que se instala en nuestras vidas hasta que aprendemos a mirar de cara a la enfermedad.

Sabemos que aquel proceso iniciado con dolor no se acaba, pero una vez nos hemos reconstruido y le hemos hecho un lugar al malestar, lo aceptamos. Y mientras colocamos vivencias, añadimos corajes y aprendizajes; por encima de todo y todo el mundo, seguimos.

Hemos aprendido a empezar de nuevo las veces que haga falta. Hemos aprendido que hay personas que no se van cuando las necesitas, que enjuagan lágrimas y hacen nacer risas. Hemos aprendido a luchar. Hemos aprendido a esperar. Hemos aprendido a buscar alternativas. Hemos aprendido a buscar nuevas ilusiones y nuevos retos. Hemos aprendido a soltar. Hemos aprendido a ser quién somos. Hemos aprendido a acompañar el dolor. Hemos aprendido a volver a reír y a hacer nacer de nuevo la esperanza y el deseo.

Hemos aprendido a salir a la calle y a pedir que se acabe con el estigma social hacia las personas con trastorno de salud mental de cualquier tipo. Sabemos que hasta que todas las personas no seamos respetadas, no conseguiremos una sociedad inclusiva, amable y justa con todo el mundo.

Hemos aprendido a pedir una planificación coherente, responsabilidades y justicia social a las instituciones que corresponda, porque son ellas que tienen la obligación de tomar las medidas necesarias que faciliten la cohesión social, la aceptación de la diferencia con respeto, la igualdad de condiciones y la inserción laboral con apoyo.

Todo lo que hemos aprendido y aprenderemos nos muestra el camino y nos ayuda a transitarlo. No lo hacemos solas: somos muchas las personas que caminamos juntas, que no dejamos que nadie desespere, que nos ofrecemos miradas, escucha, palabras y abrazos que dan la fuerza para seguir avanzando.

La salud siempre es compartida.